Mi viaje por la vieja antequera (primera edición).

“Algún día escribiré todo lo que significó para mí ese viaje”, pensaba y me repetía para mis adentros. Ha llegado un primer momento.

Si fue cosa de Dios, del destino, del equilibrio del universo o de una añeja deuda no lo sé, lo único que mi austera racionalidad alcanza a comprender es que mi cuerpo entero estuvo allí.
Me lo comprueban las arrugas en mi rostro, mis pies callosos, mis grandes ojos, mi piel morena (aún más tostada por el Sol) y mis recuerdos que llegan a mi presente en los momentos menos adecuados. Esas son algunas de las huellas que dan cuenta de que anduve por las calles de Oaxaca.

Por primera vez en 24 largos y pesadas años pude saber lo que se siente la felicidad completa (ahora entiendo porque la felicidad es tan adictiva). Sería inútil describir ese sentimiento pero mi innata terquedad me incita a hacerlo:

¿Alguna vez has deseado que la noche pase rápido, rápido para que sea de mañana y empieces a vivir?
¿Alguna vez has terminado con la quijada cansada de tanto reir?
¿Sabes lo que se siente no tener miedo de nada ni nadie?
¿Alguna vez te han dado ganas de abrazar cuanto ser animado se te ponga enfrente?
¿Alguna vez te ha pasado que aún con calor asfixiante, tráfico y hambre sigues riendo?
¿Alguna vez has sentido el corazón lleno, a punto de estallar?
¿Alguna vez has visto a Dios reflejado en las plantas, en el viento, en el calor del mediodía?

Porque yo sí… yo sí.

Ese viaje me hizo percatarme de lo gris y lineal que era mi vida; al mismo tiempo, provocó que emanaran de mí fuerzas que antes nunca conocí. Me convertí en un gigante con luz propia. Estaba bien cerca del cielo (se ve muy bonito todo desde arriba) pero al mismo tiempo estaba cerca de la gente… yo estaba cerca de la gente.

Por eso estoy en deuda con Oaxaca, por eso no puedo evitar que se me estruje el corazón cuando veo en lo que la han convertido la impunidad y el egoísmo. Por eso, porque Oaxaca me brindó humildemente el aliento para seguir viviendo, hoy me siento con la responsabilidad de darle yo fuerzas para resistir y salir de la crisis.


¡¡¡Ulisees ojetee, Oaxaca no es juguetee!!!

1 comentario:

Geisha dijo...

Hola milagrosa, información, blogs, páginas te las puedo pasar, supongo que muchas de ellas ya las has de conocer. Aunque he escrito algunos post sobre el tema, en últimas fechas decidí ya no hacerlo, yo también me harté, aunque te puedo decir que sigo teniendo muchas cosas que decir, sólo que ahora estoy buscando fundamentos para sustentarlos, ya no quiero hablar de lo que todo mundo habla y se queja, pero con mucho gusto ordeno la información y te la hago llegar en unos días a tu mail.
Retomando el asunto creo que haré un blog independiente al respecto.
Saludo.