¿JUSTICIA?

Hoy es uno de esos días, hoy detesto estar akí.

La mierda, una vez más la mierda intenta invadirme, intenta penetrar en mis ojos e introducirse en mi alma.

El mundo no funciona bien, me keda claro que el mundo entero es un error.

Hoy es uno de esos días en que Dios se sienta a observar el espectáculo de salvajismo, egoísmo, porkería e injusticia que prevalece en el mundo, en México, en Oaxaca ciudad capital.

Hoy Dios y el Diablo, ríen juntos de cómo los ojetes, los hijos de perra, los traidores, asesinos, maleantes, etc, y más etc., se salen con la suya

¿Justicia? Esa palabra sólo existe en los aguerridos espíritus de los valientes que aún creen en la revolución... a, si, lo olvidaba, también existe en los diccionarios y en los perniciosos discursos de la podrida y maloliente clase política.

No hay justicia ni en las calles, ni en las instituciones... la justicia se ha ido de vacaciones. Ahora, como siempre, lo único que guía el fluir de los destinos es el binomio poder-dinero y lo demás... sale sobrando.

¿Equidad?, ¿paz social?, ¿democracia?, ¿respeto?, ¿ética?, y de nuevo ¿justicia?... -pregunta el cacique, el fascista, pregunta Ulises Ruiz- esos conceptos se han borrado de su mente, NO EXISTEN.

No podemos ni siquiera apelar a su racionalidad o buen juicio porque los ha perdido completamente. El sicópata ese, hijo de perra, sigue detentando el puesto de gobernador mientras el pueblo se incendia, mientras a los oaxaqueños se les queman las casas, las fuerzas, las entrañas, la piel, los brazos y la garganta de tanto clamar justicia.

Al pueblo de Oaxaca le sobran cojones, y no se tuerce por muy pesado que esté el yunque, pero lo que de veras cala en lo más profundo, es que mientras este pueblo resiste los chingadazos, los ineptos legisladores se pelean por la toma de protesta de Calderón, las grandes empresas están ajetradísimas por el TELETON, la gente prepara o se pelea las ofertas navideñas, se habla en las calles del clásico de fútbol, y tantas mamadas más.

¡Qué pocaaaa maaaaadreeeee!

Hoy es uno de esos días...

Suena abominable.

Algunas personad dicen que no soy normal porque no pondero ni en mis proyectos más lejanos el tener hijos.

¿Por qué no tener hijos?
(A continuación una respuesta, pronunciada en otro tiempo, en otro espacio existencial): "La tierra que habitamos es un error, una incompetente parodia. Los espejos y la paternidad son abominables porque la multiplican y la afirman".

No hay frase más atinada que explique mi sentir al respecto.

Incluso, en mis momentos de mayor amargura he llegado a desear que toda mi estirpe desaparezca de esta tierra entes de la catástrofe final. Que no quede nadie a quien yo ame y que se incendie este mundo sin nadie de mi sangre en él...

No sé si esto sucederá pero ojalá así fuera.

Mi viaje por la vieja antequera (primera edición).

“Algún día escribiré todo lo que significó para mí ese viaje”, pensaba y me repetía para mis adentros. Ha llegado un primer momento.

Si fue cosa de Dios, del destino, del equilibrio del universo o de una añeja deuda no lo sé, lo único que mi austera racionalidad alcanza a comprender es que mi cuerpo entero estuvo allí.
Me lo comprueban las arrugas en mi rostro, mis pies callosos, mis grandes ojos, mi piel morena (aún más tostada por el Sol) y mis recuerdos que llegan a mi presente en los momentos menos adecuados. Esas son algunas de las huellas que dan cuenta de que anduve por las calles de Oaxaca.

Por primera vez en 24 largos y pesadas años pude saber lo que se siente la felicidad completa (ahora entiendo porque la felicidad es tan adictiva). Sería inútil describir ese sentimiento pero mi innata terquedad me incita a hacerlo:

¿Alguna vez has deseado que la noche pase rápido, rápido para que sea de mañana y empieces a vivir?
¿Alguna vez has terminado con la quijada cansada de tanto reir?
¿Sabes lo que se siente no tener miedo de nada ni nadie?
¿Alguna vez te han dado ganas de abrazar cuanto ser animado se te ponga enfrente?
¿Alguna vez te ha pasado que aún con calor asfixiante, tráfico y hambre sigues riendo?
¿Alguna vez has sentido el corazón lleno, a punto de estallar?
¿Alguna vez has visto a Dios reflejado en las plantas, en el viento, en el calor del mediodía?

Porque yo sí… yo sí.

Ese viaje me hizo percatarme de lo gris y lineal que era mi vida; al mismo tiempo, provocó que emanaran de mí fuerzas que antes nunca conocí. Me convertí en un gigante con luz propia. Estaba bien cerca del cielo (se ve muy bonito todo desde arriba) pero al mismo tiempo estaba cerca de la gente… yo estaba cerca de la gente.

Por eso estoy en deuda con Oaxaca, por eso no puedo evitar que se me estruje el corazón cuando veo en lo que la han convertido la impunidad y el egoísmo. Por eso, porque Oaxaca me brindó humildemente el aliento para seguir viviendo, hoy me siento con la responsabilidad de darle yo fuerzas para resistir y salir de la crisis.


¡¡¡Ulisees ojetee, Oaxaca no es juguetee!!!

La Señora Muerte

¿Nunca han pensado que la Señora Muerte es una mujer exageradamente oportuna? Y no solo eso, sino que es sumamente sabia. Sabe, no sé cómo, cuál es el momento preciso de recoger la basura para llevársela al bote.

Hay quienes nomás andan cazándola: la retan, la buscan, quieren saber por dónde anda, quieren que se los lleve, que se los lleve… se juegan la vida en juegos de azar.
En cambio hay otros que le huyen: rezan al santo más poderoso, lavan con sándalo sus entradas, se tapan el pecho para que no les de una bronquitis, se hacen limpieza de pulmones, no beben alcohol…

Pero no, nada de esto es relevante, la Señora Muerte se ríe en sus habitaciones de tan iluso objetivo y tan escaso afán. Ella sabe cuándo, a qué hora y en qué lugar… y a ella le vale madre si quieres o quieres irte.

Yo por eso mejor me callo y espero su llegada… mientras hago otras cosas.

Uno es el hombre (resonancia).

Uno llega a este lugar tan hostil sin tener la más mínima idea de lo que se trata el asunto.

Uno avanza por los años y se percata de que la cosa va a estar canija.

Uno intenta dormir pensando cómo hacerle para no naufragar en el mar de mierda que infesta este mundo.

Uno enfrenta, torea, se adhiere... o se excluye.

Uno con dos manos, dos pies, dos ojos, dos oidos y una boca intenta dos y solo dos cosas:

a) Sobrevivir.

b) Ir a que te coman los gusanos.

De los medios.

Hoy, en una plática informal allá en por los TACOSOC se comentó el desencanto re grande que habían provocado los medios en algunos de nosotros. Yo me declaro una de las desencantadas pero con una esperanza: los medios alternativos.

Existen muchos de estos medios: las radios comunitarias, los videos hechos por los pueblos originarios, portales en Internet, revistas, canales culturales, etc.; es nadamás cosa de querer colaborar con todo aquello.

Estos medios, paralelos a toda la basofia comercial, son una auténtica y legítima opción para quienes nos resistimos a seguir reproduciendo el sistema capitalista neoliberal. En estos espacios hay una preocupación por los contenidos, por el mensaje que dan, pero sobre todo cumplen una función social y benefician directa o indirectamente a la población.

Lejos de rendirse ante el señor raiting priorizan la calidad y la utilidad...

A mí me gustaría formar parte de todo aquello pero es necesario chambiarle porque, admitámoslo, si uno quiere participar en proyectos de medios alternativos es necesario demostrar cierto talento (si lo sabré yo).

Por lo pronto, mi deber en este mundo lleno de exigencias es CHAMBIARLE DURO porque de lo contrario el dragón me traga y entonces si ya valió.

P.D. Si este texto resuta un tanto cuanto irrelevate, denme chance... soy primeriza = )

No creo que SIEMPRE sea bueno.

Si caray, de vez en cuando se vale, pero solo de vez en cuando no SIEMPRE.

Siempre es bueno...

Comer un helado en una tarde fría de lluvia.

Andar en bicicleta con el lodo rociando tu espalda.

Sentarse en un rincón a observar sin ser observado.

Maldecir al bueno de Dios de vez en cuando.

Llorar para limpiarse los ojos.

Amanecer con el cabello enredado entre las sábanas.

Gritar muy fuerte muy fuerte para que el mundo se entere.

Caminar a media noche por una calle solitaria con la luz de la Luna llena.

Hacerse amigo de un perro callejero.

Platicar con un extraño de tus sueños.

Oler la tierra mojada.

Olvidarte de los hombres por cuatro años.

Enamorarte de una alma reflejada a través de las letras.

Usar tus zapatos más guapos.

Rogar por despertar entre vapores lejanos.

Estirar las piernas y tronarte los nudillos.

Mirarte en unos ojos que reflejen todo lo anterior.