Ya lo sabía pero...

Aprendí, no sé de donde, que Dios existía.

Aprendí que era superior a toda autoridad que hubiera o que pudiera haber en la Tierra.

Aprendí que se daba cuenta absolutamente de todo lo que hacíamos, aunque escondiéramos nuestras maldades entre techos y paredes o intentáramos ocultarnos debajo de las sábanas.

No sé de dónde lo aprendí, pero hoy me complace decir que creo en Dios.
Creo en un ser supremo, omnipresente, omnipotente, magnánimo, sabio que se porta súper cuate conmigo y que, por supuesto, no se encuentra en ninguna iglesia ni protestante ni ortodoxa.
Me di cuenta de que Diosito se ha portado de lujo los últimos 24 años de mi vida... y entonces pensé que si es tan chido conmigo se debe a que algo bueno debo de tener, algo de veras bueno. Es imposible que con su infinita sabiduría se equivoque y ame a quien no se lo merece. Dios no puede estar equivocado.

Por eso hoy veo con mis ojos buenos y me siento feliz y profundamente agradecida por estas mis piernas que me llevan a donde yo quiero, por mis ojos que hacen posible mis manjares visuales, por estas manos que me han permitido acariciar la suavidad del ser amado, por mi piel que me regala tan mágicas sensaciones, por…, gracias por estar viva.

Hoy doy gracias, porque de no haber estado viva este fin de semana, nunca me hubiera dado cuenta de que Dios sí me ama. Caramba, de qué cosas se da uno cuenta al calor de las copas y al ritmo de una guitarra entonando a Silvio Rodríguez.

Un amor platónico.

Uno se encuentra de vez en cuando con personas que sacuden los espíritu aletargados. Yo me encontré con alguien así este fin de semana. Conocí a un hombre que me hizo creer una vez más en la especie humana.

Escuché sobre sus planes de "apoyar a una nueva izquierda", sobre sus sueños y deseos de saber más y más, "con el conocimiento no hay límites Toñito", ví como se portaba amable y cordial con todos sin importar si eran tontos, OGT´s o cotizados.

Recuerdo la primera vez que lo ví en el salón de clases: serio, con esa mirada profunda, creo que me gustó desde aquel momento porque fue como un imán que jaló mi mirada... y meses después, ahí íbamos los dos en un bochito por las calles de la ciudad platicando de nuestras cosas.

Él ni siquiera se imagina lo que provocó en mí: el escuchar su plática fue como respirar de un tanque de oxígeno el aliento para seguir viviendo. Es de veras curioso como él sigue con su vida, con su ir y venir cotidiano mientras yo no puedo dormir nomás pensando en sus palabras, en sus acciones, en su voz que me pregunta "¿en qué piensas Kjrin?".

Otra vez la garganta, el cogote se me cerró y no le pude decir lo que sentí en ese momento.

Hoy lo voloví a ver y disimulé, una vez más el pernicioso juego de las máscaras, disimulé como de costumbre porque aunque él es el hombre con quien siempre he soñado, sé que yo no soy la mujer con quien él sueña

Ahí estaba yo con el corazón estallándome en el pecho mientras permanecía inerme e inexpresiva frente al hombre de mis sueños.