De lo inevitable.

Soy un hombre ignorante. La ignorancia se me chorrea por todos los orificios dejando un rastro amarillezco detrás de mis andadas. Se seca rápido. A veces nadie alcanza a verlo porque este Solazo se lo chupa desesperado. Pero yo lo conozco, sé cómo es ese desperdicio y a qué huele; y no, no es grato verlo ahí regado.

Al principio creí que acabaría un día, que la ignorancia saldría por completo de mi cuerpo para perderse entre vapores lejanos, pero han pasado los años y ahora sé que no tiene fin. Ahora sé que llegará un momento en que ese flujo y yo, nos haremos uno allá abajo en la tierra.

Hace mucho tiempo, intenté borrar por completo mi ignorancia: estudié, leí, debatí y no lo niego, llegué a pensar que se había ido. No se hizo presente en varios años; pero un día, cuando mi esfuerzo me había traído conocimiento nuevo, reciente; apareció la maldita con un chorro más poderoso y un olor más pestilente. Está de más decir que luché contra ella echando mano de todos mis recursos, suena absurdo apelar a ese esfuerzo inútil porque ahora me encuentro más podrido que nunca.

Ahora ya estoy hecho agua y parece que el Sol está por comerme.

No hay comentarios: