Falta de salud

Desde que él se fue la enfermedad se ha apoderado de nosotros. Nos deja tranquilos un tiempo pero luego regresa, por eso no hemos salido de hospitales, consultorios o laboratorios y no se ha diluído la incertidumbre reflejada en lágrimas infantiles que brotan de mis ojos.

El virus que ha invadido mi cuerpo, por ejemplo, aún no está clícicamente diagnostiado pero sus síntomas son ya evidentes, es un virus huidizo, intermitente y por eso más peligroso. Un virus del que hoy no quiero hablar.

Vivíamos circunscritos por una especie de cerco estelirizado que impedía se colara la enfermedad. Hoy la tenemos y de todos tipos e intentamos mantenerla a raya. Lo bueno es que, en algunos casos, hemos podido eliminarla o por lo menos nutralizarla.

Desde que él se fue hace casi siete meses ya nada siguió por el mismo camino, nos ha hablado en sueños a varios de nosotros pero no he tenido la oportunidad de preguntarle cómo hacer para aliviar la falta de salud. Ahora que es omnipresente debe tener respuesta a muchas de las preguntas que tenemos acá abajo.

Señor que la enfermedad se aleje para nunca regresar.

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