Milagroso 2010

Pensar en el pasado, llamarlo con el recuerdo hecho relato o lágrima o suspiro es tarea insensata y pobre, más recurrente de lo que se deseara y más inoportuna conforme avanzan los años. Sin embargo, hoy pensar en el pasado no me parece tan malo pues reafirma el infinitivo más conciso que ha permeado mi existencia: vivir.
Vivir no de oídas sino de andadas, con el instinto de aquel animal primigenio que soy, que he sido, vivir sujetándome a la vida con todos mis dientes y con las contracciones de orgasmos extravagantes cuyos fluídos bendicen la tierra de arriba para abajo.
Vivir o amar, que a final de cuentas es sinónimo, me ha hecho dueña del disfrute; pues he amado intensamente a cada uno de mis hombres, todos a su debido tiempo, me he entregado con todo lo que tengo y he caido al vacío con la venda del amor cerrándome los ojos, para al final ser más experta, deshacerme poco a poco de los miedos y aspirar a todo aquello aún no probado por mis sentidos.
La ruta que he trazado en mi camino, en la palma de mi mano, cuya línea de la vida tiene cada vez más longitud, hacen que me sienta orgullosa de los logros que hasta ahora son evidentes. Uno de ellos es mi pareja, que condensa en toda su persona aquello que alguna vez vi sólo en mis sueños más "guajiros", él es mi cómplice en muchos aspectos de mi vida y mi más férreo enemigo, es mi recompensa pero también mi talón de aquiles, es un cúmulo de virtudes pero al mismo tiempo el más imperfecto de los hombres, es en sí mi espejo convexo que dice sólo la verdad.
Ni el poeta más cursi se hubiera imaginado que esta mujer ambivalente llegaría al año 2010 sin ser corrompida, con el amor desbordándole en el pecho y con la desfloración del alumno que se hizo maestro. Como dirían por ahí: "confieso que he vivido" pues y que seguiré haciéndolo por muchos año más, mientras la muerte no me localice.

No hay comentarios: