Anita bis

Cuando más pequeñas ella y yo no éramos las mejores amigas, de hechos se puede decir que me disgustaba. De adolescente empecé a agarrarle el modo, aunque no puedo recordar los momentos buenos que pasamos juntas. Sólo de adulta fue como su mundo y el mío se acercaron hasta que llegó el momento en que dijo: "mírenla, ¿a poco no se parece a mí cuando era joven?"

Me recuerdo la gran mayorías de los momentos en que me hizo reír, algunos de ellos fueron cuando Aldo remaba en el agua de coladera que inundó el patio y mi mamana lo amenazó con un palo casi correteándolo hasta que él decidió parar con su odisea; o cuando dijo: "ya nos vamos" y al oir una canción movida empezó a bailar; o aquella vez en que fuimos juntas a comprar barbacha y yo le decía: "¿otro taco?" y ella decía siempre que sí, nunca decía que no.

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